Tras una fractura desplazada ( aquella en la que los fragmentos de hueso se han desplazado tras romperse ), esta se debe reducir (colocar los fragmentos en su lugar original) y fijar. En función de varios parámetros como el tipo de fractura, la demanda funcional, trabajo y hobbies del paciente etc… la reducción y fijación puede ser abierta ( operada en un quirófano y fijada por medio de placa y tronillo) o cerrada colocando inmediatamente el yeso.
En cualquier caso la fijación debe de mantener los fragmentos en su sitio hasta que consoliden ( que curen, que los fragmentos se vuelvan a unir unos a otros).
En ocasiones estos fragmentos no consolidan a los 6 meses, siendo cuando se establece el diagnostico de pseudoartrosis o no unión. Para solucionar este problema se requiere de una intervención. El método clásico consiste en refrescar los extremos del hueso y colocar injerto de hueso de la cresta iliaca ( sobre la cadera) junto con una fijación con placa y tornillos.
Sin embargo en determinadas ocasiones este tratamiento fracasa, generalmente por unos extremos óseos desvitalizados ( sin aporte sanguíneo ) o un lecho muy cicatricial ( denominamos lecho los tejidos que rodean el foco de fractura, los injertos dependen de un buen lecho para ser capaces de integrarse en el foco y curar la fractura. )
Una vez que nos hallamos ante un lecho cicatricial y/o uno extremos óseos desvitalizados las posibilidades de curar la fractura con nuevos injertos es mínima. Para consolidar estas facturas y evitar la amputación en esto casos recurrimos a hueso vascularizado, generalmente de la rodilla.
Se obtiene un fragmento de hueso que, a diferencia de los injertos, va acompañado de una vena y una arteria. Una vez se aporta el hueso vascularizado al defecto se sutura su arteria y vena a los vasos cercanos a la fractura al circular la sangre por este hueso la tasa de curación en nuestra experiencia es cercana al 100%. Las secuelas a nivel de la rodilla son transitorias y bien toleradas
Resent Comments